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viernes, 18 de mayo de 2018

Respecto a Triana


Como bien sabéis, vivo en un pueblo pequeño, en Sabiote. Y no es uno de esos "pueblos históricamente rockeros", como podrían ser Jodar, Torreperogil o Torredonjimeno. No, aquí hasta hace relativamente poco tiempo, pensaban que Rosendo Mercado era el delantero centro del Racing de Santander... y no es broma. Cuando yo era un chavalillo, cursando octavo de E.G.B. descubrí el rock mediante un colega del colegio. Ahí conocí a Iron Maiden, Metallica, AC/DC, Barón Rojo, Obús... y descubrí una música que realmente llenaba todos los rincones de mi alma. Sobra decir que por aquel entonces, en el pueblo serían cinco o seis personas máximo los que le gustaba esta música. Y los que empezábamos, no teníamos modo de buscar otras bandas, esperanzados a que una de esas personas fuera tan amable de grabarte una cinta con grupos nuevos. Así aparecieron en mi vida Barricada, Ñu, Doro, los Guns, Sangre Azul, Black Sabbat... Y uno, en esa edad en la que las hormonas tienen una fiesta montada dentro de nuestro organismo, volaba por las noches con ese walkman y esos temas que hasta el momento habían estado escondidos para mí. La incesante búsqueda de nuevas bandas por medio de Discoplay y Tipo me llevó a dejarme un pastizal todos los meses en discos. Fue así, como junto a un amigo, descubrimos Triana. Banda que para él, se convirtió casi automáticamente en su banda, la intocable, la sagrada. Y aunque yo nunca llegué a sentir ese torbellino de emociones como él, la admiración y el respeto hacia Triana aumentó como el viento que precede una tempestad. Han pasado 23 años desde que escuché por primera vez aquella primera melodía, que me abrió la puerta al mundo del rock, a nuestro mundo. Y desde entonces la música, al igual que la literatura, han sido para mí un refugio, una válvula de escape a lo mundano, algo a lo que agarrarme cuando las demás luces se apagan. No soy un adalid de esta música, pero tras ver en directo a más de mil bandas, creo que me he ganado el derecho de opinar con objetividad y creo que mi opinión debería ser escuchada.
Cuando uno va a un festival, es prácticamente imposible que te guste todo el cartel, incluso puede llegar el caso de que una de las bandas que lo forman te caigan mal, o la odies. ¿Es ese motivo para no ir a ninguno? ¿Qué culpa tienen las demás bandas? Cuando llega el caso, y hablo por mí, me voy a la barra, me doy una vuelta por los puestos de merchan, aprovecho para ir al servicio... Y cuando dicha banda acaba su actuación, me acerco de nuevo a ver a la banda que me gusta. Ya no pido respeto por Medina Azahara, por Alameda (que viene con Pepe Roca) o por Sherpa. Lo pido por nuestras bandas, Reino de Hades y Nanda Devi que cumplirán esa noche el sueño de tocar con las leyendas de su juventud.
Que estos tipos se hacen llamar Triana, que hay toda una novela detrás de ellos y la apropiación indebida del nombre, nadie lo pone en duda.
Ojalá Jesús de la Rosa siguiera vivo. Ojalá no hubiera muerto en aquel trágico accidente. Y ojalá, recordemos el amor que él profesaba en sus letras.

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